domingo, 2 de agosto de 2009

Sangre de amigo

Ayer domingo me fuí a patinar con Kira (Vick) por la noche. Tenemos una tradición que es quedar el domingo sobre las 21:30 -22:00 e irnos de ruta por el anillo ciclista. Cogimos un par de birras en el chino y unos kebabs y partimos más felices que unas castañuelas. La ruta fué excelente, como siempre. Estuvimos charlando de nuestras cosas del día a día, rajando de la gente del foro, hablando de literatura, nos echamos unas practicas de soft-combat en nuestro parque favorito entre birras y kebab... lo habitual, vamos.

Lastimosamente parece que la normalidad no nos dura nunca mucho tiempo, y ya me parecía a mi raro que tuviese algunas semanas de rutina sin que alguna cosa interesante pase o, como en este caso, que alguna tragedia campe alrededor.

A la vuelta de la ruta decido quedarme a dormir en casa de Kira, que ya es un poco tarde (las tres de la mañana) para volver a la mía, aunque no sería la primera ves que me vuelvo patinando a estas horas. Nos ponemos a ver una serie tranquilamente y de pronto escuchamos mucho ruido, aullidos del perro de kira y vemos que éste viene a nosotros con un cristal clavado sangrando como res en el matadero. A Victor le da un ataque de ansiedad de ver a su perro así. La habitación se empieza a llenar de sangre y por un par de segundos estamos los dos en shock. A victor le durará el shock un par de horas todavía.

Lo primero, intento frenar la hemorragia y le grito a Kira que me de alguna cosa de tela. Le tapo la herida al perro, que sigue sangrando como un grifo, y hago presión. El Kaza, compañero de piso de Kira y viejo amigo nuestro, sale de su habitación y nos echa una mano con el perro. Le digo a Vick que corra y traiga el coche a la puerta de casa para llevar al perro a urgencias veterinarias. Vick trae el coche a toda pastilla y bajamos al perro. Los padres de kira, que viven en el bajo, salen ante el barullo que montamos dispuestos a echar una mano aunque no lo consigan demasiado.

Llevamos al perro ante la veterinaria 24 horas. Vamos en el coche como alma que lleva el diablo y la médico veterinario viendo el panorama no nos hace demasiadas preguntas y nos ayuda a meter al pobre Toro, que ese es el nombre del perro, hasta la mesa de operaciones. Sobre la marcha nos hace algunas preguntas, la edad, que tipo de objeto le ocasionó la herida, el peso del perro, etc. La doctora dice que es grave y que ha perdido mucha sangre. Cambiamos al perro de mesa y la médico nos dice que tendrá que abrir al animal para buscar la vena o arteria seccionada para suturarla. Lo malo es que es una operación en la que necesitará ayuda y yo soy la única otra persona cuerda en la habitación (maldita sea mi sangre fría) y decido que me toca a mi ayudar, aprovechando que ya estoy pringado hasta las cejas de sangre.

El perro tiene la respiración superficial. Lo intubamos mientras intentamos seguir presionando la herida. El perro se debate (pero quédate quieto animalillo de Dios!) y escupe el respirador. Volvemos a intubarlo. El perro se revuelve entre estertores que la doctora afirma son de agonía. Nos tememos lo peor, pero es un perro fuerte y aguanta. El can se queda dormido con el somnífero del respirador y la doctora se dispone a operar.

La médico le pone una vía para el suero en una pata e inmediatamente agranda la herida del hombro buscando la vena seccionada. Hace el corte más largo (acaba siendo grande como una palma extendida) y por fin la encuentra. Pinza ambos extremos de la vena cortada sin embargo allí sigue manando sangre a borbotones... Parece que hay otra vena cortada más.

La doctora sigue buscando y cada ves se hace la respiración del perro más superficial. La doctora hace a un lado una capa de musculo y entonces ¡Bingo! ¡da con la vena! la sutura y comienza a cerrar la herida. La respiración del perro se normaliza y el suero parece estar surtiendo efecto pues los labios del color del papel del perro parecen estar recobrando el color rosado. La cara de la veterinaria parece estar más relajada que antes. Le pone una bolsa de sangre en lugar del suero y por fin lo movemos a la amplia jaula en donde descansará el resto de la noche.

Y aquí me tenéis. Apestando a hierro, con sangre hasta las cejas, cansado de estar de pie sujetando al perro y ayudando al medico durante más de una hora (aunque a mi me parecieron diez), los ojos fatigados pues ya son las 5:30 y muy muy muy... feliz de haber podido ayudar, aunque sea un poco, a salvar la vida a un amigo y hecho muy muy feliz a otro. Creo que hoy podré dormir en paz conmigo mismo.

Después de volver a casa de mi amigo me enfundo los patines y me vuelvo para la mía. Ya os imaginareis que necesito urgentemente una ducha un recambio de ropa y unas cuantas horas de sueño placido ¿En cuanto al perro? se ha quedado a dormir en la veterinaria y la medico es optimista en cuanto a su recuperación aunque no nos da una seguridad total de que esté fuera de peligro.

Como conclusión final solo os diré una cosa. Hoy he visto una cosa fantástica. He visto un milagro. He visto a un amigo luchar con la muerte... y salir victorioso de ella.


Actualización: Toro ha sido dado de alta hace un rato (17:00) y ha vuelto a casa con su dueño ^.^ Salvo complicación o infección posterior parece estar fuera de peligro.